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Una nueva investigación realizada por la Universidad de Michigan (EE UU) y publicada en la revista PNAS muestra que los pronósticos hechos mediante satélites sobre el efecto de los aerosoles en el clima de la Tierra subestiman significativamente su impacto.
Los aerosoles, incluidos el hollín y el dióxido de azufre procedentes de la quema de combustibles fósiles, están en el núcleo de las “gotas de nube”, las partículas de agua suspendidas en el aire que se condensan para formar la lluvia. El aumento en el número de partículas de aerosoles causa un incremento en el número de gotas de nube, lo cual resulta en nubes más brillantes que reflejan más luz y tienen un efecto más grande en el enfriamiento del planeta.
En cuanto a su efecto refrigerante, los científicos dicen que elevarían la temperatura global promedio en la superficie del planeta durante el próximo siglo entre menos de 2 y por encima de 3 grados centígrados, suficiente para provocar efectos en el cambio climático.
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